Paisanos escuchan la misa desde afuera de la iglesia en Sabaneta |
Y luego de cumplir con la piedad que se requiere un martes, todos salen a beber. El parque principal está rodeado de la iglesia y de decenas y decenas de tabernas y fuentes de soda. En los nombres de los establecimientos abunda la alusión a "lo paisa" y los ambientes envejecidos, quiero decir, sin luces de neón o baldosas brillantes, más bien maderas y colores mates. La música que suena predominantemente son las baladas de los años 60's y 70's, cuyos autores están frecuentemente retratados en los avisos y paredes de los establecimientos. Camilo Sesto y Nino Bravo son unos rostros bastante conocidos en Sabaneta. Claro que el vallenato (y el reguetón) ha logrado meterse hasta en los lugares más tradicionalmente temáticos. Las voces de Jorge Celedón, Leonardo Fabio y el párroco se mezclan en un feliz resultado que comunica a los visitantes que se puede ser muy bueno y piadoso a la vez que se diverte uno. Y no solo el parque principal, sino que casi todas las calles de Sabaneta tienen un lugar agradable al que irse a tomar un "fresco".
Una de las esquinas del parque está colonizada por una cafetería/taberna/fuente de soda en la que se venden cantidades inimaginables de los buñuelos más grandes que he visto en mi vida. Los buñuelos crudos son sacados de un carrito de azafata y lanzados por una operaria al pailón por la derecha; y por la izquierda, otra señoreta gordeta los va sacando con un cucharón grandísimo de palo.
Uno solo de estos manjares es capaz de mandar a la cama a un diabético y de inflamarle el colón a casi cualquier persona contemporánea, pero como dicen por acá, qué le hace. El plan de muchos antioqueños y turistas es darse una vuelta por el parque, asistir a la misa y salir derecho por uno de estos apetecidos buñuelos con aguapanela o con chocolate.
Todo transcurre bajo la animación general de la música y la atmósfera fresca del clima. Una de las veces que fui había instalada una tarima en que la gente del pueblo subía a interpretar canciones de pistas seleccionadas. De lo más divertido, un "yo me llamo" sabanetense.
El resultado es un paseo agradable que distrae cualquier mente ocupada en el tedioso día a día. Aguanta darse la vueltica, ver esas artesanías "tan paisas, tan paisas" y tomarse una cerveza mientras se escucha el sermón y la música plancha.
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